Para 1525, Lutero contrae matrimonio con una mujer llamada Catalina de Bora. A partir de estos años Lutero logra algo de tranquilidad. Después sería discriminado cuando no le invitaron a la Dieta de Augsburgo debido a su excomunión, en respuesta aprueba un documento escrito por Phillip Melanchton llamado Confesión de Augsburgo donde hace patente el porqué de su reforma y demuestra los abusos hechos por el alto clero, los cuales sólo desvirtuaban el verdadero sentido de la enseñanza religiosa. La situación con el clero ya no fue la misma, como aquella que comenzó cuando un muchacho tocaba la puerta del monasterio de Erfurt, ahora Lutero sólo contaba con su genialidad y el apoyo de su esposa. En este paso nostálgico de su vida Lutero fallece en su natal Eisleben un 18 de febrero de 1546. En 1517 llegó cerca de Wittenberg, un fraile llamado Juan Tetzel recogiendo dinero para acabar la construcción de la iglesia de San Pedro en Roma, dando indulgencias en cambio, con autorización del mismo Papa y del arzobispo de Mainz. Tetzel afirmaba que cada vez que se oía sonar el dinero al caer en la caja de recaudación, se libraba un alma del purgatorio. El pueblo entendió que se compraba no solo el perdón de los pecados pasados sino aún el derecho de pecar durante unos días futuros, doctrina que soltó todos los lazos de la moralidad. Lutero conoció el desastroso efecto de la venta de las indulgencias por medio del confesionario e indignado escribió sus famosas 95 tesis, clavando lo escrito en las puertas de la iglesia del Castillo de Wittenberg el día antes del «de Todos los Santos» para que fueran leídas por los que llegaran a la celebración de este día.
Como herencia dejó una reforma que sirvió para reanudar la conciencia civil ante el proceder religioso (incluso se puede decir que sirvió para el ajuste de la institución con el fin de evitar su declive); la única diferencia con respecto al otro tipo de pensamiento llamado calvinismo es que éste –el de Lutero- nació de un conflicto personal, mientras que el impuesto por Calvino resultó de una actitud de conveniencia. La lectura que podemos realizar del texto de Lucien Febvre es rica en lenguaje coloquial, lo que le hace un texto sumamente amigable para su comprensión. Febvre decide hablar sobre Lutero para poder explicar el acontecimiento histórico de la Reforma, aunque, como el autor lo explica, el mismo agustino no tenía idea del viraje que daría a la historia eclesiástica con su pensamiento.
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